Yo también escribo
para conjurar el tiempo, dije, mientras Cacho hacía girar diligentemente su
medida de Jack Daniels on the rocks.
-Eso es un lujo de
poetas hermano, la vida es otra cosa-. Lo afirmó sin dudarlo y con un gesto
pidió otro trago para mí.
El pibe de la barra,
inmutable y sólido, acercó el trago y pasó de largo, como si no quisiera ver a
dos pobres tipos al borde de una barra a punto del arrojo.
-La vida es ella parada
en esa esquina. Te juro. Así detenida, quieta, sin siquiera mirarme. Ella es el
lujo de un poeta. A ella sí que no le pasa el tiempo. ¿Qué es el tiempo en
definitiva hermano?! Decime vos, si podes. El lujo es ella, porque ella es el
amor. Y qué carajo es la vida si es otra cosa y no es el amor. Perdí la cuenta
de los años que llevo sin verla, y ahí estaba, inmóvil. Y yo….el mismo de
siempre. Pero todo eso lo noté en ese instante. Por eso te digo, te lo digo
hermano, escribo para conjurar el tiempo. Porque hay algo de mágico en esa
sucesión de segundos, que pasan y no, transcurren y no, en una esquina, en este
bar o en esos ojos. ¡Que ni pude mirarlos te juro! Ni pude mirarlos. Con la
certeza de que no podría sobrevivir. De que no escaparía a la angustia de no poder
arrancarla de esa esquina y llevarla conmigo en mi auto rumbo al sur-.
-Inexplicable
cobardía de hidalgos de causas perdidas-, sentenció.
-No tenía opción. Pasé
de largo. No sé. Ella tan inmóvil, como si esperara algo, tal vez alguien. Y yo,
inevitablemente igual. Tan igual que el estómago se me hizo agua y hasta me
transpiraban los pies. Como le explicas a alguien que luego de diez años, ¡diez
años Cacho!, tu corazón siguen inmóvil, como ella, en esa esquina, esperándola.
Esperando. Iba a pensar que soy un pendejo. Que la vida no pasó por mí. Maldito
tiempo que pasa y no pasa, corre y no.-Hice una pausa de trago largo- Aparte me
fui sin despedirme.
-Como ahora-.
-Si, como ahora-.
Levanté la vista de
mi vaso y con un gesto pedí dos tragos mas. El tipo de la barra volvió a pasar,
y dejó el pedido sin siquiera vernos.
-¿Ves?, algo así fue
esa esquina. La vi, de golpe, me faltó el oxígeno, no supe que hacer, miré para
la calle de enfrente para que no me viera, no podía volver atrás. Miento, creo
que me crucé de calle en diagonal. Ni me vio. Como el tipo este de la barra que
ni nos ve. El tiempo es otra cosa para él, ¿te das cuenta? Pasado, presente y
futuro de quién. De dónde. De qué tiempo. Y ahora no sé cómo mierda voy a hacer
para borrarla che. Jodida y perra vida. ¿De qué te reís Cacho?
-¡De vos! Con esa pretensión
idiota de dictar el rumbo del viento-.
-Vos también haces
poesía Cacho, sobre todo cuando tomas un par de medidas de alcohol-, me reí con
él, de mí.
-Salí a buscarla-.
-¿A quién?-.
-¿A quién va a ser?-.
-Estás loco-.
-No más que vos-.
Miré fijo a Cacho y
por primera vez, luego de tantas noches de bar que ya perdí la cuenta, tuve una
certeza cómplice.
-Capaz está en esa
esquina esperándote, anda a saber- me dijo mientras se le escapaba una sonrisa
por el borde del vaso.
Metí la mano en el
bolsillo del pantalón, le dejé plata a Cacho y salí.
-¡Pibe! ¿Me traes la
cuenta?-.
A. R.
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