Ternura (1989)Descripción: Óleo sobre tela. 135 x 100 cm. Localización: Fundación Guayasamín. Quito Autor: Oswaldo Guayasamin |
Es cosa de mujeres no callar. Ni esconder el grito. Acurrucarse en una cueva y lamer heridas. Una a una. Hasta sanar. Aquietar vientos oscuros. Seducir amaneceres naranjas. Es cosa de mujeres andar la tierra con el alma desnuda y palabra en cuello. Recorrer valles, montañas y ríos con una copla celeste y ancestral. Es cosa de mujeres no callar el llanto cuando fluye pesado. Intenso. Como un río que desbordó el cauce y recorre los vestigios del cuerpo y del alma. Limpiando. Empujando hacia afuera lo que duele. Lo que queda. Lo que molesta. Lo que ya no está. Es cosa de mujeres no callar esas lágrimas que derrama lo bello en sus pupilas. De un hijo que nace. Del retoño que nace del hijo que vuelve a nacer. Que camina tibio por la tierra húmeda. Y sonríe miles de soles en un papel. Es cosa de mujeres arropar con el corazón. Único e inexorable don. Abrir el cuerpo para dar vida. Dejar vida para abrir el cuerpo. Es cosa de mujeres negarse. Afirmarse. Amar. Dar. Gritar. Llorar. Cuestionar. Volver a amar. Bailar alrededor del fuego. Es cosa de mujeres mirar a los ojos. Hacer hechizos entre ollas y palos de amasar. Amasar harina, maíz, amor. Hilar, tejer, trenzar historias. Es cosa de mujeres el silencio del decir sin palabras. La locura desenfrenada. La muerte por tristeza del alma. Y la resurrección de la mano del amor. Es cosa de mujeres el aire, el sol y la tierra. El poder de las flores y del atardecer. La luna llena, menguante y rebelde. El aullido del lobo en el camino del anochecer. Es cosa de mujeres la sonrisa partida en dos. El llanto partido en dos. Para sí, para él, para ella. Para el dolor urgente. Para la lealtad. La amistad. Para la mesa. El hogar. Para el hijo que no está. Para el dolor del hombre. Es cosa de mujeres la guerra. Contra el hambre del alma y de la piel. Contra el frío que desnuda los huesos. Contra la violencia del violento. Contra el secuestro de la esperanza. La tortura del desamor. Y el exilio del olvido. Es cosa de mujeres el placer. De reconocerse. De escucharse. De encontrarse. De tocarse y tocar. De descubrirse como flor de primavera abierta al sol. A sus deseos. A los tuyos. A vibrar con el roce del sol y el de tus dedos. Con tus labios. Tu sexo. Es cosa de mujeres el deseo. Gemir por placer. Gemir por dolor. Sin fingir. Solo existir. En tus brazos y en tu piel. Es cosa de mujeres ser fuerte. Roble macizo y fuerte. Musgo en la piel de quienes la doblegan por amor. Aroma y tierra descubierta por una vez y para siempre, por vos.
bello...
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