Qué vas a
hacer con el fin del mundo me preguntas, y yo me quedo en silencio, porque
prefiero escribir un sinfín de palabras sin sentido, sobre todo lo que quisiera
hacer y no haré; que quisiera decir y, seguramente, no diré. Un listado
perezoso de infinitas cosas que podría hacer en vez de estar sentada en esta
oficina, mirando esta pantalla, mientras las letras se pegan una al lado de la
otra como por arte de magia.
No creo
en el fin del mundo. Pero hagamos de cuenta que sí, que existe algo así como “el
fin del mundo”; entonces, lo que más quisiera es que me encuentre escribiendo.
Escribiendo como una endemoniada, sin poder parar: sobre vos, sobre las
montañas que amé, los paisajes que recorrí, los lugares sagrados que encontré
en tu boca, los besos que besé, los que fueron míos y los que no. Sobre los
besos que imaginé.
Escribir,
escribir y escribir, frenética y alocadamente, hasta que me sangren los dedos,
con el fin de que estos versos se arropen en la memoria de alguien. Porque no,
no hay tal cosa como el fin del mundo, no al menos en la forma de una explosión,
o cataclismo, ni como una tragedia natural. La única tragedia es que no me
recuerdes. Por eso escribo: para aferrarme a tu memoria.
Escribir,
eso voy a hacer, escribir hasta que llegue el fin del mundo, de todos los
mundos, de todas las poesías y de todos los poetas. Escribir para que nunca
llegue el fin. Y en ese escribir constante, y sin pausa, retener tu mirada en
mis ojos y tus besos en mis labios. Para no cansarme de buscarte, y cambiarte,
una y otra vez.
Y en ese
vaivén preferiría que no me des la opción de pensar, que me permitas la
asociación libre, libre y directa, sin filtros hasta vos. Y que el instante se
extienda entre tus dedos, y mi entrepierna se expanda entre tus manos. Que no
me des la opción de pensar sobre el sentido de esta hilera de palabras, una al
lado de la otra. Que no me des la opción de pensar, ni siquiera sobre qué voy a
hacer con el fin del mundo.
Escribir,
escribir y escribir. Con el fin del mundo, voy a escribir. Protestando, porque
no soy poema, ni siquiera poeta: apenas un grito desesperado intentando que
sigas leyendo, y sobrevivir en estas palabras, al menos un instante en tu
memoria.
Ana Romero
Me gusta. Estamos tan alienados con el facebook, que busqué la opción "me gusta" y ante la ausencia insistí con mi propósito.
ResponderEliminarEl "fin del mundo", cuántos mundos ya han tenido su fin.
Escribí, escribí y escribí.
Amilcar.
Gracias,
Eliminarpor un momento dudé...pero vamos! ¿¿que otro Amilcar podría ser?!
Doble honra que venga de tu parte el "me gusta"! (ja!)
Muchos mundo han tenido fin...es cierto...pero como hemos vivido en ellos!
Gracias, nuevamente.
Escribir, escribir y escribir....