viernes, 2 de noviembre de 2012

la trampa del buen maestro


había llegado con el nervio retorciéndole la espalda y la ansiedad, esa ansiedad que llena los dedos de rocío y falta de serenidad, después de una breve introducción, él les pidió que serenaran el cuerpo y que se relajen y que traigan el espíritu a ese lugar, explicó que la tensión suele dificultar el habla, el narrar...
el sentir…pensó ella

él dejo volar esa idea de que el cuerpo se endurece y a veces duele cuando el entorno es hostil, entonces propuso que dos cuerpos se acompañen en el estar presentes, en el dejarse llevar, en el fluir....
y es así como ese vuelo se le fue escarbando debajo de la piel...aunque fue algo incómodo al principio...por la tierra seca acumulada en la superficie ...por la resistencia del dolor abierto

poco a poco el silencio la fue trayendo
comenzó a sentir la planta de sus pies
mis pies
como raíces que aman y se unen a la tierra
y buscan la humedad como a su propio aliento
sus brazos
mis brazos
que se encotraron entre sí
por primera vez
sueltos y sin dirección
sus piernas
mis piernas
libres
sin lugar al cual correr frenéticamente
la cadera
el pecho
la mente
los tres
livianos

él volvió a hablar
volvió a indicar
y el corazón aprendió que es en ese instante
en ese instante
en el que uno no defiende nada
cuando uno acepta
en ese instante
la enseñanza y el arte aparecen
y se acomodan en nuestro cuerpo
lo llenan
y esa es la trampa del buen maestro


gesto sonido palabra letra canción
cinco niveles de comunicación que contaron su propia historia dentro de mi mente, ojos curiosos que resolvieron con asombro mi desnudez…
a la cual tal vez solo yo asistí

y es que ante el arte y el silencio
el cuerpo no tiene mucha opción
no puede repetir
porque si repite pierde
y acá no se pide perdón
si se mecaniza pierde
y acá no se pide perdón
acá no se pide perdón
solo hay que plantar los pies
en la tierra
y ser capaz de estar desnudo

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