martes, 12 de febrero de 2013

Cataclismos existenciales


Nada es sencillo a la hora de escribir, cualquiera sea la causa que motive la acción de poner los dedos en el teclado, y darle y darle hasta que sangren los dedos. O el alma. Si es por oficio, por pasión, por amor o desamor. Si es por buscar la belleza o la verdad, da igual. 
El hecho es que escribir no es tan sencillo como algunos creen. Aunque tambien debo decir que hay quienes estornudan y les sale un texto maravilloso. Y hay otros, que padecemos de grandes abismos de silencios. Silencios masticadores de palabras. Silencios tan necesarios como la pausa entre la inhalación y la exhalación. No me preguntes exactamente qué es, pero estoy segura de que algo sucede en esos microsegundos. En la vida real, seguramente tendrá alguna explicación científica, la cual desconozco desde lo más profundo de mi saber. Ahora, en la vida fantástica y en la tierra de las musas y los poetas, esa pausa entre silencio y escritura es algo muy similar al proceso de un cataclismo interno. Al menos ese es mi caso.
Podría decirse que “cataclismo” viene a ser algo así como una transformación o destrucción de un “determinado estado de cosas”, o de vida. La extinción de los dinosaurios, por ejemplo, dicen que fue producto de un cataclismo de enorme magnitud. Las causas de ese fenómeno pueden ser varias; de todas, la que mas me gusta es la de movimientos tectónicos. Ante ellos, es imposible…literal y honestamente IMPOSIBLE  mantenerse en pie. A esos fenómenos es a los que les creo y estoy adscripta.
Retomando entonces, esas pausas internas entre el silencio y la escritura se llaman en mi pequeño cosmos: “cataclismos existenciales”; es decir, situaciones en las cuales el movimiento tectónico transforma o destruye la estructura de mi “estado actual de cosas”; y ante la cual, me es imposible mantenerme en pie. Circunstancias en las cuales todo lo que conozco como certeza inquebrantable, aquello que se había puesto rígido y obsoleto con o sin mi autorización, es destruido por un movimiento irrefrenable.
Y aunque suene masoquista, señoras y señores, prefiero esos movimientos a la quietud de la modorra eterna. Es en ese quiebre donde me encuentro con las mejores historias, con los mejores hombres y mujeres y con lo más nutrido de la tierra que me vio nacer.
Es imposible para los humanos en general respirar sin pausa. Es imposible para esta humana en particular, escribir sin “cataclismos existenciales”. Aunque para ello ponga en juego los órganos más importantes que tengo: mi piel y corazón.
Es que no concibo otra forma de escribir, ni de vivir.
Seguramente, existen miles de formas de pararse en este hermoso oficio de masticar palabras, miles de formas de enfrentar esa pausa entre el silencio y la escritura, entre la pausa y el arte. Esa nada entre una bocanada de aire y otra. Nada es sencillo a la hora de escribir, cualquiera sea la causa que motive la acción; pero eso no le resta hermosura. 

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